jueves, 28 de julio de 2011

Mundo Paralelos



MûNÐö§ PåRåLêLö§...

Respuestas provenientes de un lejano murmullo,
misterios que se revelan con un solo susurro,
desconcertante encuentro,
ente dos almas victimas del mismo tormento.

Una, luz de esperanza,
otra, certeza que aplasta,
tangencia de la misma andanza,
verdades que se delatan.

Futuro incierto,
saber inquieto,
grata compañía,
unidas por una elegía.

Un sollozo sublime que me acongoja,
en la distancia hace oportuna cualquier cosa,
lo que pido sin el variante de la prosa,
los secretos de la vida a mis pies se postran.

Son mensajes divinos,
que me destrozan,
son oportunidades nuevas,
que no cualquiera goza.

Coincidencias de la vida,
que nos traen alegrías,
que no son comprendidas,
hasta que una frase abre las heridas
y te brinda el porque de cada día
Momento efímero que denota una fugaz e inevitable huída

ORACIÓN DE LA MAESTRA


ORACIÓN DE LA MAESTRA
Gabriela Mistral
¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de
maestra, que Tú llevaste por la Tierra.

Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea
capaz de robarle mi ternura de todos los instantes.

Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí
este impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de
protesta que sube de mí cuando me hieren. No me duela la incomprensión ni me
entristezca el olvido de las que enseñé.

Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas
lo que no es carne de mis carnes. Dame que alcance a hacer de una de mis
niñas mi verso perfecto y a dejarte en ella clavada mi más penetrante
melodía, para cuando mis labios no canten más.

Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la
batalla de cada día y de cada hora por él.

Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre tu corro de
niños descalzos.

Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme
despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda presión que no sea la
de tu voluntad ardiente sobre mi vida.

¡Amigo, acompáñame! ¡Sostenme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi lado.
Cuando mi doctrina sea más casta y más quemante mi verdad, me quedaré sin
los mundanos; pero Tú me oprimirás entonces contra tu corazón, el que supo
harto de soledad y desamparo. Yo no buscaré sino en tu mirada la dulzura de
las aprobaciones.

Dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en mi
lección cotidiana.

Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas, al entrar cada mañana a
mi escuela. Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes
materiales, mis mezquinos dolores de cada hora.

Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia. ¡Reprenda
con dolor, para saber que he corregido amando!

Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos. Le envuelva la llamarada
de mi entusiasmo su atrio pobre, su sala desnuda. Mi corazón le sea más
columna y mi buena voluntad más horas que las columnas y el oro de las
escuelas ricas.

Y, por fin, recuérdame desde la palidez del lienzo de Velásquez, que enseñar
y amar intensamente sobre la Tierra es llegar al último día con el lanzazo
de Longinos en el costado ardiente de amor.